El Proyecto Carey: con las tortugas nicas
Por la conservación de la tortuga Carey en Nicaragua- 29 junio, 2016
- América, Nicaragua, Vuelta al Mundo
- Posted by Roberto
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Esta es una historia de tortugas, de tortugas marinas concretamente. En el Proyecto Carey en Nicaragua investigamos unas de las tortugas en mayor peligro de extinción.
Todo empezó hace ya unos cuantos años. A finales de 2009 pasé un tiempo en Costa Rica colaborando en un proyecto de tortugas marinas en la península de Osa. Allí conocí a David Melero, el jefe del proyecto en Drake, y ahora él lleva un nuevo proyecto de conservación de tortugas Carey en Nicaragua.
Nicaragua estaba en nuestra hoja de ruta y junto a Costa Rica supondría nuestro paso por Centro América. Siempre le habíamos tenido muchas ganas al país Nica, con la fama de ser tan bonito como Costa Rica pero en barato, y desde que supimos que podríamos conocer de primera mano otro proyecto de tortugas con David… ¡ni lo dudamos!
El Proyecto Carey se ubica en la Reserva Natural Padre Ramos, en el Pacífico nicaragüense. Su estero acoge la mayor concentración de tortugas Carey de la costa pacífica americana, donde se estima que la población apenas alcanza los 500 ejemplares. Está considerada en peligro crítico de extinción. Y allí fuimos nosotros para echar una mano.

El Proyecto Carey
Llegamos a Nicaragua y tras pasar por Ometepe, Granada y la Laguna de Apoyo llegamos a León, donde nos esperaba David. Desde aquí nos juntamos con otros amigos suyos para emprender el viaje hasta el Proyecto en el todoterreno de uno de ellos. El lugar es remoto y en transporte público todo se complica mucho.
En la playa de Venecia la organización ICAPO (Iniciativa Carey del Pacífico Oriental) ha restaurado una antigua casa en medio de la nada para convertirla en la sede de su Proyecto Carey. Justo ahora se acaban de instalar unos paneles solares con los que conseguir electricidad, pero es un lugar hasta donde hay que llevar incluso el agua potable. Una casa abierta al bosque, al mar y al viento, rodeada de palmeras y árboles, donde sólo se oyen pájaros e insectos. Una maravilla.

David nos explica el funcionamiento del proyecto, donde la comunidad local está estrechamente implicada de tal manera que los mismos que antes perseguían a las tortugas y sus huevos ahora trabajan concienzudamente por su conservación y repoblación.
En el estero de Padre Ramos se realizan tanto monitoreos en playa como monitoreos acuáticos. En los primeros se estudian y se fichan las tortugas que salen a desovar en la noche, se contabilizan sus huevos y se relocalizan en un vivero controlado en la playa para asegurar un mayor éxito en el nacimiento de tortuguitas. En los segundos se hace un estudio de las tortugas en su medio, mediante una rápida captura en el agua se fichan algunos ejemplares para conocer sus hábitos y recabar información. Nosotros tuvimos la tremenda suerte de participar en ambas actividades de conservación y conocer a las tortugas Carey nicaragüenses cara a cara. ¡Gracias David!

Monitoreo nocturno en playa
Cae la noche y nos preparamos para patrullar la playa en el estero de Padre Ramos en busca de tortugas. Por mucho que nos protegiéramos contra los mosquitos nada pudo evitar que se dieran el gran festín a nuestra costa.
Nos acompañan David y también Daniela, una de las biólogas responsables del proyecto. Paseamos la playa sumergidos en la oscuridad, sin luna y alguna que otra nube. Caminamos sin mucho éxito y aprovechando un alto en el camino nos explican el equipo científico que llevamos con nosotros por si encontrásemos alguna tortuga, donde se incluye un lector de microchips.

Ya regresando sobre nuestros pasos sin mucho éxito… ¡¡Tortuga!! Encontramos el rastro de una tortuga que había salido a poner, lo seguimos y descubrimos una Carey que ya ponía rumbo de nuevo a la playa. Es el momento de entrar en acción. Medimos el largo, el ancho, se observa que tiene placas y se anota su numeración, y se comprueba que ya había sido clasificada con microchip en una ocasión anterior. Además se aprovecha para tomar una pequeña muestra de tejidos para analizar su ADN. Una vez trabajada se la deja ir tranquila y empezamos a buscar el nido para llevar los huevos al vivero. Buscamos, buscamos y buscamos sin éxito alguno. ¡La tortuga hizo una salida en falso! Salió y no puso, pero lo más probable es que se la vuelva a identificar en los próximos días en una nueva salida de desove.
Mientras tanto otra tortuga había puesto en la otra punta de la playa y acudimos al vivero para ver cómo se lleva a cabo el proceso de recolocación. Las Carey pueden poner entre 100 y 200 huevos y dependiendo de la temperatura del nido las tortuguitas serán hembras o machos, por lo que en el vivero se controlan diversos factores para asegurar el mayor éxito de nacimientos, a salvo del calor excesivo, los cangrejos y los insectos. Desde que vimos enterrar de nuevo esos huevos que una tortuga acababa de poner pasarán dos meses hasta que las tortuguitas nazcan y se abran paso hasta la superficie.

Monitoreo acuático de día
En el proyecto de Costa Rica había participado en multitud de monitoreos nocturnos por la playa (con muchísimo menos éxito que aquí, por cierto) pero eso del “monitoreo acuático” era completamente nuevo para mí.
El objetivo era avanzar en el estudio de las costumbres de las Carey, se sabe dónde salen a poner huevos por la noche y se sabe que la zona es la misma cada año, pero de sus movimientos, zonas de alimentación y migraciones se sabe mucho menos. Por eso es necesario llevar a cabo capturas en el agua para ampliar el abanico de estudio, y no sólo el de las hembras ponedoras.
Salimos al estero dos lanchas, una en la que van los científicos y otra en la que dos pescadores se harán cargo de las capturas. Nos adentramos, nos quedamos a la espera buscando alguna cabeza de tortuga que saliera a respirar y… ¡Bingo! Aparece una y los pescadores rápidamente la rodean con sus redes. Cuando los pescadores comienzan a recoger sus redes nos llevamos la sorpresa, no sólo aparece una tortuga ¡Sino tres! ¡Y son juveniles! La emoción nos puede y nos preparamos para la toma de datos. Nos acercamos y pasamos las tortugas a nuestro bote mientras que los pescadores siguen recogiendo sus redes.

Una por una las vamos pesando, después tomando sus medidas, poniéndoles placas de identificación en ambas aletas y tomando una pequeña muestra de tejido para su estudio. Es un trabajo molesto para las tortugas que preferirían seguir en agua nadando a sus anchas, pero la toma de datos es fundamental para el futuro de su especie.
Pero aún hay más ¡Aparece otra! Los pescadores encuentran otra tortuga entre sus redes ¡Y esta es adulta! Nos pasan el tortugón a nuestra embarcación y repetimos con ella el proceso. Aunque ya es adulta parece ser una tortuga que andaba de visita pues no ha sido marcada con placas con anterioridad, pero para eso estamos nosotros allí. Apuntamos todos los datos y las devolvemos cuanto antes al agua en una liberación que rompe con un aplauso de todo el equipo.

Nadie daba crédito, lo normal en los monitoreos acuáticos es volverse con las manos vacías dada la escasez de tortugas, y nosotros habíamos podido contabilizar cuatro en un momento. Entre risas volvemos contentos bromeando con el éxito del trabajo realizado: “Pues David, para estar en peligro crítico de extinción… ¡nosotros en 12 hora ya hemos visto 5!”. Y es que la suerte que tuvimos en nuestra visita al Proyecto Carey… ¡No es normal!
Gracias, David, por esta experiencia que nos has ofrecido en nuestro viaje por el mundo. ¡Estas son las cosas que nunca olvidaremos!
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