De safari en Tanzania: Parque Nacional Tarangire
Primer día de Safari en Tanzania- 15 enero, 2019
- África, Tanzania
- Posted by Candela
- 6 Comments

Escribo este post tras nuestro primer safari en Tanzania. Nos quedan muchos días por delante pero me niego a que la experiencia en el Parque Nacional Tarangire quede eclipsada por lo que está por venir.
Amanece fresco tras una noche de intensas lluvias cuando emprendemos el viaje. Tenemos por delante hora y media de camino desde Arusha, la ciudad más cercana al aeropuerto de Kilimanjaro en el que aterrizamos, maravillándonos con los colores y la intensa vida que asoma hacia la carretera. Las casas, según nos cuenta nuestro guía Nasch, no se ven porque están construidas tras los negocios. Niños de camino a la escuela, mujeres portando lo inimaginable sobre sus cabezas, mantas masais por doquier para sobrellevar el fresco de la mañana, dala dalas (el transporte local a base de furgonetas donde se apiñan los viajeros) emprendiendo sus primeras carreras…

El camino va perdiendo frondosidad y se torna más árido. La gente empieza a escasear, ya solo se ven a los pastores con sus rebaños de vacas, ovejas y cabras. Se nos caen los párpados, el agotamiento de la boda y el viaje siguen presentes…
Comienza de nuevo la vida junto a la ruta. Esta vez las casas son más rudimentarias y las familias lavan la ropa en barreños a pie de camino. Los niños nos saludan al paso de nuestro todoterreno y alguno incluso pone la mano de pedir. Eso nos gusta menos.

Emociones a flor de piel de safari en Tanzania
Tras una breve explicación sobre el Parque Nacional Tarangire comienza la aventura, sabes que empiezas tu safari en Tanzania cuando los animales comienzan a saludarte . Se trata de una reserva con 2.850 kilómetros cuadrados cuajadita de baobabs y con una infinidad de aves. Apenas comenzamos y nos acompaña una familia enorme de gacelas. Nuestros guía, que se ha propuesto que aprendamos, nos pone a prueba. ¿Qué tipo son? Roberto, el que más documentales de animalitos ve, prueba suerte. Son impalas y a mi ya me vuelan las mariposas en el estómago.

Pocos metros más y ¡toma manada de elefantes africanos! Aquí ya se empiezan a escapar lagrimitas de felicidad. A continuación avestruces (que ni me había planteado que habitaban por aquí), gacelas de agua, una pareja de cebras que me hace toda la ilusión descubrir, un pequeño dicdic y un pumba con sus tres jabatos. ¡Nos desborda la alegría!
Aquí empiezan las risas entre Rober y el guía. Es más que evidente que mi cultura animal se basa demasiado en El Rey León de Disney. Yo me río con ellos y mantengo el nombre de pumba a todos los facoceros que vemos por el camino.

Seguimos con más elefantes. Esta vez una manada con varias crías que juegan entre las patas de sus mayores. Están tan cerca, cada vez más cerca, que en el silencio de los coches con el motor apagado se les escucha tronchar y masticar las ramas. No podemos dejar de hacer fotos. Nasch nos recuerda que nos hagamos un selfie. Estamos tan cerca que la piel se nos pone de gallina. Mientras los paquidermos, no tanto ajenos como vigilándonos por el rabillo del ojo, nos dejan disfrutar de la vida cotidiana en el “salón” de su casa. Qué afortunados somos, ¡leches!

Con la emoción a flor de piel vemos una procesión de ñus desfilar a nuestra izquierda. Unos metros más adelante otros tantos ñus galopan en sentido opuesto. Nos quedamos tan absortos que olvidamos sacarles fotos. Seguro que habrá más oportunidades y nosotros nos sentimos dentro de un documental de National Geographic.
Arrancamos de nuevo y esta vez es Roberto quien avista unas jirafas masai cuyo estampado no es al que estamos acostumbrados. Son las más altas de esta zona y caminan con las patas en paralelo. Elegancia en sus movimientos, salvo al masticar que ponen unas bocas muy chistosas. ¡Otro gran sueño cumplido! Apenas unas horas antes había dicho que ansiaba ver jirafas en la sabana. ¡Más lagrimitas y abrazos de felicidad!

Hora del picnic. El parque tiene una zona habilitada con mesitas y allí nos reunimos todos los visitantes. Las vistas al río Tarangire -«río de los jabalíes”- son preciosas pero los protagonistas del almuerzo son unos monos de testículos azules especialistas en robarle la comida a los turistas. La gracia está en ser más avispado que los monos y estar del lado de los que se ríen de los despistados que no cuidaron sus bocatas. ¡Nada fácil!
Tras el almuerzo, un poco amodorrados, vamos viendo pasar a través de la ventana decenas de antílopes, más pumbas, algunos elefantes a lo lejos, cebras y más ñus.

De pronto varios 4×4 parados en el mismo punto. Esto promete. Nos acercamos con ganas y… pinchazo al canto. Falsa alarma. Pero toca ser buenos compañeros y ayudar a cambiar la rueda, ¡que encima los visitantes no nos podemos bajar del vehículo y eso debe pesar como un elefante! Por lo visto, esto también es bastante frecuente en un safari en Tanzania, jeje.

Seguimos con la ruta. Parece que en esta zona los animales están más escondidos porque salvo alguna tortuga leopardo no hay gran cosa. Nos acercamos a otro grupo de coches, todos apuntando hacia la misma dirección. Con ayuda de los prismáticos Nasch nos indica que busquemos algo marrón cerca del árbol de “salchichas” (nombre oficial que nadie recordará dentro de dos frases: Kigelia africana). Se ha propuesto no darnos nada masticado. Ni con los prismáticos ni con el teleobjetivo, ¡no hay manera! ¡Ahí no se ve nada!
Hasta que de pronto… ¡eso es una leona! Exclama Roberto. Y ahí está la bella durmiente, echándose la siesta a la sombra de un árbol. Apenas se le ve la cara pero la emoción nos inunda. Ella, a modo de regalo, se espabila y nos dedica una mirada penetrante. ¡Menudo regalo de la naturaleza!

Con las retinas llenitas de animales en libertad salimos del parque tras nuestro primer día de safari en Tanzania. Si nos volviéramos a casa hoy yo ya me daría por satisfecha. Pero nos cuenta un señor en Karatu, el pueblo en el que dormimos esta noche, que mañana en Ngorongoro veremos “varios leones” y ya ni hablar en Serengeti, la tierra de los leones… Este viaje no se nos va a olvidar nunca, lo tengo claro.
6 Comments
Hola, podéis decir con que compañía hicisteis el safari, coste y días que estuvisteis? Voy a pasar allí la nochevieja y teníamos pensado contratarlo todo una vez lleguemos a Arusha ya que tengo entendido que es mucho mas económico. Un saludo
Hola Jessi!
Nosotros hicimos el safari con Udare y no pudimos salir más contentos. Los precios varían según los días que dediques y los parques que visites, así como si compartes el viaje con otros viajeros o no. En su web lo verás todo perfectamente explicado y con precios orientativos. Nosotros lo contratamos todo antes de comenzar el viaje, seguro que en Arusha podrás encontrar varias empresas pero sí es verdad que al hacerlo en el último momento es posible que algunos alojamientos ya estén llenos (y más en esas fechas). Podemos imaginar que una vez allí sea más barato, pero lo desconocemos, la verdad. Un saludo.
Espectacular, una experiencia única.
Habrá que probar
Ya sea Tanzania, Kenia, Sudáfrica o cualquier otro país con animalitos. Sobre todo para que las futuras generaciones se dejen de zoos y valoren ver la fauna donde hay que verla: en su casa 😉