Salvador de Bahía, primera parada
Cuando una ciudad y tú os dejáis a medias- 30 enero, 2016
- América, Brasil, Vuelta al Mundo
- Posted by Roberto y Candela
- 2 Comments

La primera parada de nuestra vuelta al mundo nos dejó en evidencia. Llegamos a Bahía con toda la ilusión, cargados de nervios y, por qué no admitirlo, un poco asustados.
Sí, señores. Nosotros, que ya teníamos un bagaje viajero antes de la vuelta al mundo, aterrizamos en Brasil con el runrún de unos cuantos conocidos que lo habían pasado mal en este país. Robos en la playa, atracos con pistolas, agresiones… Hoy mirando atrás pienso que tuvimos una mala suerte horrible con nuestros interlocutores, pero sin duda alguna sus palabras calaron más de la cuenta e hicieron que no disfrutáramos de Salvador de Bahía como la ciudad se merece. Aunque eso sí, podemos decir que no tuvimos ningún problema de seguridad, por muy mala que fuera su fama.

Era Brasil, era finales de enero y eso sólo podía significar una cosa… ¿Carnaval? ¡Exacto! Así era, llegaríamos al país una semana antes de que la locura lo invadiese todo, pero claro ¿De verdad a alguno se le hubiera pasado por la cabeza que el vuelo más barato a Sudamérica sería a Brasil y para carnaval? A nosotros desde luego que no… pero como sabéis la fiesta grande del país carioca tiene fama mundial y esto supone una afluencia masiva de gente de todo el mundo y, afortunadamente, mucha muchísima seguridad. No llegamos a vivir el carnaval en Bahía, sería en Río donde pasaríamos los días grandes, pero teniendo en cuenta que las puertas de iglesias y museos estaban TAPIADAS, sí, como lo lees, nos quedó clara la magnitud del fiestón que se iba a montar en cuestión de días.
¿Y qué pasó? Pues que la lista de cosas a visitar se quedó a medio tachar. ¿Quiere decir esto que no nos gustó Salvador? ¡Para nada! Nuestra primera experiencia Couchsurfing gracias a Nicolas y Grasiela nos dejó con ganas de más. Deleitarnos con unos sabores tan diferentes como los de la comida bahiana nos abrió un mundo nuevo y la experiencia de poder disfrutar la celebración de Yemanjá por sorpresa nos enamoró una vez más de la diversidad cultural del mundo. Así que ya sabes, esta no va a ser la mejor guía de Salvador de Bahía pero confiamos en que te dejará, como a nosotros, con ganas de engancharte a esta ciudad con tus propios ojos. ¡Que la disfrutes!

Total… cuando una ciudad te cierra sus lugares más emblemáticos sólo te quedan dos cosas que hacer: pasear y comer. El calor en Bahía no creáis que ayudaba (el primer día nos achicharramos como gambas, cómo no) pero gracias a los cientos de vendedores callejeros y a base de litros y litros de agua conseguimos sobrellevar el calor.
Las cuestas del Pelourinho, el centro histórico de la ciudad, cargadas de coloridos rincones consiguen sacarte fuerzas de donde no las hay y la música que suena en cada esquina hace que se te vayan los pies y te alegres como nunca de estar allí. Hubiera estado genial poder visitar el interior de la Catedral, la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de los Negros o el Convento de San Francisco o aprender de las raíces africanas de esta tierra en el museo Afro-brasileiro, siempre más fresquito, pero las fachadas supieron revelar la belleza que ocultaban sus muros y con eso nos conformamos. Tomamos nota: que la siguiente visita no sea en carnaval.

Ya que estábamos disfrutando de nuestro recién estrenado verano (¡recordad que veníamos del invierno madrileño!), nos regalamos nuestro primero helado en un lugar con solera. Nos sentimos como niños eligiendo los sabores por colores y chapurreando nombres de frutas que jamás habíamos oído antes y que, por supuesto, no tienen traducción.
Pero sin duda, lo que más nos gustó, fue disfrutar de la ciudad como si fuéramos baianos. Tuvimos la gran suerte de encontrarnos, por pura casualidad, un bloco de barrio (a saber, camión con música seguido por una multitud, casi siempre disfrazada) en el Largo de San Antonio. Allí niños y mayores danzaban y reían sin límite. Ni que decir tiene que eran tan contagiosos que acabamos cerveza en mano bailando con ellos. Porque en los blocos se baila, se ríe, se disfraza uno… pero sobre todo: se bebe.

En “nuestro” barrio, Rio Vermelho, una zona costera y conocida por su ambiente nocturno, nos deleitamos al frescor de la noche con buenas conversaciones, cervezas de litro fresquitas y comida típica baiana. ¡Incluso asistimos a los conciertos de inauguración de una plaza! Sentarse en un banquito a ver a la gente pasar se convierte en un pasatiempos de lo más recomendable. Los bahianos son alegres y coloridos, y cómo no la música siempre está presente.
¿Es peligroso Salvador de Bahía?
Pues sí y no. Sí es verdad que recorriendo las calles de Salvador de Bahía puedes llegar a alguna zona en la que tu sentido común te dice “por ahí es mejor no pasar, demos media vuelta” o que te encuentres alguna persecución donde la policía corre pistola en mano tras algún carterista, pero salvo esas anécdotas no tuvimos el más mínimo problema.
El primer día, cuando el taxista desde el aeropuerto no paraba ni en los semáforos en rojo, nos quedó bien claro: aquí es mejor ser precavido. Lo fuimos y no tuvimos ningún problema. ¿Que la precaución hizo que nos perdiéramos cosas? Eso sin duda, disfrutamos poco de la vida nocturna de la ciudad por seguir la recomendación de estar a salvo cuando se pusiera el sol ¿Que quizá habríamos tenido algún problema al ser menos precavidos? Pues quizá, pero eso nunca lo sabremos. Lo que tenemos claro es que la próxima vez queremos ver más cosas ¡Y que así sea!
2 Comments