Hayedo de la Pedrosa: Magia otoñal en Segovia

Tanto si eres fan del senderismo como si lo tuyo es la fotografía, no deberías perderte esta escapada campestre al Hayedo de la Pedrosa, en Segovia.
Llega el otoño y apetece pasar más tiempo en casa, en el sofá viendo una película o, no sé, horneando un bizcocho. Pero el viajero que hay en ti, que se parece mucho al nuestro, te pide aire libre, naturaleza, viento en la cara y que te alejes del tráfico y la contaminación. Ha llegado el momento de calzarse las botas y salir a la sierra, a depurar los pulmones con aire fresco y a recorrer los bosques que cambian sus atuendos conforme avanza octubre.
Muy cerquita de Madrid, en la frontera natural entre Segovia y Guadalajara, se sitúa el Hayedo de la Pedrosa. Menos conocido que sus hermanos mayores, los hayedos de Montejo y el de Tejera Negra, supone una concentración de hayas rara de encontrar tan al sur de Europa.

Este tímido hayedo, de apenas 90 hectáreas, podría ser el bosque a partir del que diseñaron los mejores cuentos de nuestra infancia. Todos los colores posibles entre el amarillo, el rojo y el marrón se hacen hueco entre el suelo y las ramas de esta escarpada ladera de cuarcita. Rodeado de robles, acebos, abedules, serbales y tejos, el hayedo de la Pedrosa se convierte en un lugar mágico para perderse y reencontrarse con uno mismo.
Por suerte o por desgracia, el Hayedo de la Pedrosa no tiene limitado su acceso. Recorrerlo es tan sencillo como plantarse allí y decidir qué ruta queremos hacer. No hacen falta permisos, sólo acordarse de ser “un buen scout” y dejar el monte mejor aún que nos lo encontramos.

“Las hayas son la leyenda. Alguien, en las viejas hayas, leía una historia horrenda de crímenes y batallas. ¿Quién ha visto sin temblar un hayedo en un pinar?” Antonio Machado
Rutas
Opción 1: Hayedo de la Pedrosa para deportistas intrépidos
El Hayedo de la Pedrosa, paralelo al río Riaza, está cortado transversalmente por una carretera comarcal, la SG-112. El punto de inicio de esta ruta es fácilmente identificable ya que aquí se encuentra la señal de tráfico que indica que hemos llegado al hayedo, más sencillo imposible. Por si te quedan dudas, a la izquierda de la carretera llamará tu atención un acúmulo de piedras enormes, en las que no existe vegetación, a modo de morrena de glaciar. El recorrido de esta ruta, marcado con puntos rojos, está delimitado al principio entre el río y la lengua de piedras.

Una vez que sabes dónde comenzar, prepara tus piernecitas. Este sendero de abrupta pendiente te hará sudar si tu forma física no es la mejor. Cuesta arriba, con un precioso manto de hojas resbaladizas bajo tus pies, te vendrán bien unos bastones de trekking. El recorrido no es largo y el paisaje es abrumadoramente hermoso, así que haciendo fotos se te pasará en un periquete y olvidarás los 300 metros de desnivel que salvarás en menos de una hora.
Al final del hayedo, después de un tramo de pinares, encontrarás la carretera que une las provincias de Segovia y Guadalajara. Sólo tendrás que descender por ella hasta que encuentres tu coche.

Opción 2: Hayedo de la Pedrosa para paseantes sin prisas
Esta ruta comienza en el mismo Puerto de la Quesera, enclave perfecto para aparcar el coche, y termina en el embalse de Riofrío. Donde se entierra el quitamiedos de la SG-112 encontramos una señalización que reza “Camino Viejo de Peñalba”, éste será nuestro camino a seguir. El recorrido no tiene pérdida, ya que está señalizado con marcas azules, y es fácil fácil ya que es cuesta abajo en todo momento.
Antes de alcanzar esta sección del Hayedo de la Pedrosa recorreremos una pradera, con vistas al embalse y al bosque caducifolio, y posteriormente un dorado robledal que nada tiene que envidiar a sus vecinas las hayas.

Cruzaremos el arroyo del Avellano que en otra época habrá tenido mejores caudales (será otoño, pero las lluvias por aquí aún no han hecho acto de presencia) y empezaremos a sentir cómo la humedad va haciéndose protagonista. No llueve, ni el suelo está mojado, pero el musgo en piedras y cortezas nos avisa de que hemos llegado al hayedo. Es poco frecuente encontrar hayas en estas latitudes pero a la sombra del Macizo de Ayllón estas individuas establecieron aquí su hogar durante la última glaciación. Eso sí, setas no vimos ni una.
Formas fantasmagóricas, troncos enredados como si de contorsionistas se trataran, amarillos, rojos y ocres creando una paleta de lo más otoñal. Si te gusta la fotografía, perderás la noción del tiempo retratando cada esquina. O dejándote fotografiar en ellas… claro.

Notarás que sales del hayedo por el brusco cambio de vegetación. Y por el rústico puente a base de ramas de roble, encantador pero poco estable para mi vertiginosa mente. El sol volverá a calentar tus huesos, la tierra sustituirá a las hojas y el camino se ensanchará. Nosotros paramos en una de esas rocas planas a comernos el bocata, ¡y qué bien nos sentó!
El camino discurre junto al río Pedraza hasta su desembocadura en el embalse. Una vez allí, tendrás tres opciones. La primera, hacer el mismo camino a la inversa. La segunda, volver a recoger tu coche por carretera, un par de horas de camino cuesta arriba pero con unas vistas preciosas. O la tercera, ideal para caminantes comodones: hacer autostop para que alguien te devuelva al puerto de la Quesada. ¿Tenéis claro cuál elegimos nosotros?

Opción 3: Hayedo de la Pedrosa para apasionados de la naturaleza
Si llegas tempranito y no quieres perderte ni un palmo del Hayedo de la Pedrosa, podrás combinar ambas rutas, como (casi) hicimos nosotros. A la vuelta de la ruta por el Camino Viejo de Peñalba, si optas por volver por carretera, podrás enlazar con el sendero empinado. Nosotros lo intentamos pero se nos hacía tarde y no llegamos a ver si seguía allí el famoso camión de bomberos abandonado que descansa en lo alto del hayedo.
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