El Castañar de El Tiemblo, destino de otoño

A veces, cuando soñamos con nuevos destinos, imaginamos países lejanos, lugares remotos… Y eso hace que olvidemos que existen paraísos a una hora de casa. Ese es el caso del Castañar de El Tiemblo, en la provincia de Ávila, un pulmoncito verde cargado de árboles de cuento, ideal para pasear en familia o con amigos, respirar aire puro y volver a sentir la tierra bajo nuestros pies.

El Castañar de El Tiemblo, plan otoñal ideal en la provincia de Ávila
Con la llegada del otoño el Castañar, bonito todo el año, hace su cambio de armario y luce tonos marrones, ocres y amarillos colgando de sus ramas. En este bosque no tendrás dudas, la alfombra de castañas que rodea los árboles te dejará claro que has llegado a tu destino. Aunque, como yo, no tengas ni idea de botánica.
Estamos a principios de noviembre y el otoño no se decide a aparecer. Ese concepto nuevo de «veroño» parece que va a comerse los mantecados con nosotros. Pero no importa, este año tenemos más ganas que nunca de disfrutar del cambio de estación y nos empecinamos en buscar al otoño aunque se esconda bajo temperaturas veraniegas, como nos ocurrió en el Hayedo de la Pedrosa.

Quedamos con Lucía y Manu, de Lowcosteros, en ir a visitar el Castañar de El Tiemblo el fin de semana. Igual no era la mejor idea porque en estas fechas se llena hasta los topes. Sin embargo la meteorología «jugó de nuestro lado»: todo lo no llovido en los últimos meses decidió ponerle remedio horas antes de nuestra escapada rural. Como resultado, solo unos cuantos incautos (más de los que pensábamos, la verdad) disfrutamos del sábado en el bosque.
Y vaya si mereció la pena. Pertrechados con nuestros chubasqueros y paraguas comenzamos la ruta. Nada más empezar, para que no queden dudas, un cartel te recuerda que las castañas que encontrarás por el suelo no son las mejores para el consumo humano pero si las recolectas dejarás sin desayuno a los animales que viven por la zona.

Después de las recomendaciones de rigor comienza el paseo. Apenas 4 kilómetros de sendero bien delimitado y fácil de transitar incluso con niños. Protagonistas inconscientes del día, es un gustazo verlos sorprenderse con las castañas que los rodean, pisando charcos y emocionados con el crujir de las hojas de colores bajos sus botas de agua.
Los fustes de los castaños más longevos van salpicando el paisaje. Retorcidos, huecos por dentro, con grandes raíces pero poca fuerza ya para intentar tocar el cielo. Por suerte, ejemplares más jóvenes van tomando el relevo en su camino hacia las nubes.
«El Abuelo»
El Abuelo, el más antiguo de todos los castaños de la zona, luce en su DNI la friolera de 525 años de existencia. O algunos más, seguro, pero con estos ancianos centenarios ya se sabe, ni ellos mismos recuerdan cuando comenzaron a acoger en su seno a los pastores y animales que por allí han transitado durante los últimos cinco siglos. El tronco hueco y quemado, refugio de varias generaciones de hombres que a sus pies se refugiaron, aún sigue siendo portentoso. 19 metros de alto y 19 metros de perímetro, totalmente «inabrazable», aunque entren ganas.
Hoy en día a este ser vivo tan frágil hay que ayudarle a continuar con vida, ya no es el joven que un día fue, así que se le ha colocado una valla alrededor para que nadie pise sus maltrechas raíces. Si te acercas a conocerlo salúdalo de nuestra parte y, haznos un súper favor y no seas idiota, no te saltes la cerca para hacerte una mejor foto. No se lo merece.

Llegar a El Abuelo es tan fácil como llegar al refugio de Majalavilla. El camino no tiene pérdida hasta allí. Una vez presentados los respetos al anciano del bosque, hay quien decide volverse, pero no te lo recomendamos en absoluto. A partir de ahí, el camino discurre paralelo a un riachuelo (quizás es un señor río pero las lluvias del día anterior no cundieron tanto como para hacerlo crecer). Sin duda la parte más bonita del castañar de El Tiemblo. Tanto, que aunque haya carteles que te informen de que quedan 40 minutos para terminar la ruta, te avisamos de que foto aquí foto allá vas a prolongar mucho más el recorrido. ¿Pero quién va a querer marcharse de este paraíso ocre?
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